El valor de lo simbólico en la
vida mbyá-guaraní.
-reseña
del documental: “Karaí –Los caminos del nombre-”
Por Claudia Fernández (**)
“Ese grupo de mitos, ya que se constituyen en una
serie, se encuentran enlazados en cierto tipo de poderío (potestad) sancionados
por la posesión de un “paquete” sagrado o “paquete” mágico; forman, si puedo
decir, parte de un paquete. Dicho de otra manera, cuando se transmite el
paquete a alguien (es decir que se le cede los poderes mágicos), se cede la
historia al mismo tiempo y ella autentifica la detentación de un poder
particular…”
C. Lévi- Strauss, “Sobre la relación entre la mitología y el ritual”. 1956(1)
El día 28 sábado de marzo, en el
contexto de las II Jornadas de la Asociación de Amigos Guaraníes (AAGua)
se realizó la presentación del documental Karaí- Los caminos del
Nombre, tercer documental dirigido por Enrique Acuña, psicoanalista.
Bajo la misma dirección podemos referir
a Tatachiná- La Bruma (2009) y La Sombra del Jaguar –Kuaray
a chivi- (2012). Documentales los tres, filmados en comunidades ubicadas
en los alrededores de la Reserva Biósfera Yaboty de Misiones (Argentina); cuyos
testimonios relatados por sus habitantes dan cuenta de aspectos que
conforman la cultura mbyá guaraní. Recorremos entonces
la curación del alma a través de las palabras y el Tatachiná (humo
sagrado), rituales entre otros, acciones atravesadas por las creencias
transmitidas por sus ancestros en relación a la cosmovisión mbyá.
Testimonios orientados esencialmente con
la intención de dar a conocer su sabiduría y demostrar que esta cultura
lejos de perderse es una cultura viva; más allá de los efectos de
transformación que pueda haber sufrido a lo largo de los tiempos.
Karaí, refiere a la historia de quien ha
sufrido una enfermedad (del alma) que se presenta como alguien que estuvo
muerto y volvió a jugar en la vida. Una enfermedad espiritual por la que perdió
su Nombre y ante un primer intento de curación a través de la revelación del Opyguá,
que observa que hubo un nombre equivocado (Verá Mirí), finalmente la
enfermedad permite una nueva consulta a Ñande
Ru, y la lógica de los nombres propios hasta que se revela la verdad
que lo nombra Karaí Mirí. (1). Ilustra esta revelación la
siguiente frase acerca del fundamento del lenguaje humano en los textos
míticos, recopilación realizada por León Cadogan:
A continuación, de la sabiduría contenida en su propia divinidad,
y en virtud de su sabiduría creadora
al verdadero Padre de los futuros Karaí,
al verdadero Padre de los futuros Jakairá,
al verdadero Padre de los futuros Tupa les impartió conciencia de la
divinidad.
Para verdaderos padres de sus futuros numerosos hijos,
para verdaderos padres de las palabras-almas de sus futuros numerosos
hijos,
les impartió conciencia de la divinidad”… (2)
Es un relato en primera persona que da
cuenta acerca de los diferentes caminos posibles de una curación o salvación (Ijaguyjé)
por la palabra. Acompañan otros relatos de quienes han ayudado a ubicar
diversas causas (espirituales): la “piedra” arrojada por el dueño del árbol, el
mal (payé) hecho con yuyos por la mujer con quien se casa, tienen un hijo y
luego lo abandona. Ante esas causas los caminos de intentos de curación
despliegan una cronología de hechos.
Luego del primer desmayo producido en la
granja donde se encontraba trabajando acude a su padre (Ciriaco), en ese
intento de curación a través del encierro durante tres días en el templo (Opy)
y la curación por el humo sagrado fracasa por incumplimiento ante la
palabra del padre, en relación a lo cual al tiempo vuelve a enfermar.
Un nuevo encierro, intervenciones de
otros Opyguás, Kuñá Karaí (mujer sabia) a través de la
búsqueda del nombre adecuado, alimentación única de polenta de maíz, humo
sagrado y sueños conforman la vía de curación o solución ante la
enfermedad espiritual. En un tiempo anterior sueño del buen cazador
y luego un segundo sueño: la distribución de huevos entre los hermanos lo que
le significa o da lugar a la propia interpretación como designación paterna de
su descendiente. El signo que refiere a que su destino es igual al de su padre
“Ser curandero”: ese sueño articula el deseo con su ser en el Nombre
y el deseo como futuro-anterior.
Significantes como palabras-alma (Ñeé-porá),
embrujo (Kaa’vo), dueños del monte, rituales que con llevan la caza
del Kochí, humo curador (Tatachiná) dan cuenta del valor de lo
simbólico en la vida mbyá. Hay un creyente guaraní
(Lucio Villalba) que encuentra la salvación por los caminos del Nombre,
incluida la mención de los sueños, uno de los cuales que como bien expresa el
director a modo de conclusión, “articula el sentido de su deseo con los decires
de sus dioses”. Un sueño que conecta el deseo propio con su nombre
sagrado, Karaí Mirí.
El documental consta de cinco partes
presentadas cada una con diferentes títulos, las cuales organizan el documental
u orientan relatos, imágenes y saberes con el efecto de curación o salvación
del alma, ofician de guía a lo largo de la proyección:
(I) I- El
ritual animal imita el revivir humano con la cura chamánica
(II) II- Nuestro
Padre hizo animales, árboles y arroyos con sus dueños
(III) III - Mbae
Ñemongaraí: la palabra lleva un alma que se asienta en el cuerpo
(IV) IV- Ser mbyá es
saber rezar: Tatachiná transmite el bien decir
(V) V- La danza de los nombres y ser
uno sólo… Ijaguyjé
Al finalizar la proyección con la
asistencia de un público proveniente de diferentes ámbitos se llevó a cabo un
breve comentario y conversación entre el auditorio, Enrique Acuña, Dioniso
Benitez, parte del equipo de filmación y uno de los responsables de la
traducción del documental; Alejandro Benítez (mburuvichá Tekoá Pindó
Poty) y Rudy Sayas (agente sanitario Tekoá Jejy ).
Ellos participaron no sólo de la proyección y conversación de Karaí sino
también brindaron una activa intervención en las II Jornadas de AAGua llevadas
a cabo ese mismo día en el Museo Provincial de Bellas Artes Juan Yaparí de la
ciudad de Posadas.
Conversación en la que tanto Alejandro
como Rudy ante la pregunta de cual es la importancia que tiene para ellos el
“contar” parte de su verdad cultural, ambos refieren a que el juruá (hombre
blanco) debe conocer algo de esa verdad. En el caso del acto de curación
chamánica, contar permite lograr el respeto y no intromisión del blanco.
Importancia que observan en el rechazo del deseo de saber (sobre todo
del médico Juruá) hacia las técnicas de curación ligadas
a lo sagrado en la cosmovisión holística del mundo mbya.
Concluyo la presente reseña con las
ideas expresadas por el director de esta obra, las que dan inicio y
final; la enseñanza de los amigos mbyá: “los
senderos del monte son como los de la vida, un ciclo repetido pero diferente,
palabras que encierran otras palabras… la vida secreta de los nombres
propios… podemos tropezar con piedras que tocan el corazón”. Karaí…Nombre
que salva y designa el futuro, futuro como Opyguá. Karaí…un
curador ya curado”.-
(*)-Miembro de la Asociación de Psicoanálisis de Misiones (A.P.M.)
Notas:
(*)-Karaí- los caminos del nombre-
documental escrito y dirigido por Enrique Acuña-Video en dvd-78 minutos.-Testimonios
de Lucio Villalba junto con Opyguas, Kuña
Karai y Caciques de varias
comunidades mbya-guaraní de la Biosfera Yaboti.
(1)- Levi-Strauss; Claude: “Sobre la relación entre la mitología y el
ritual” (disponible en: http://www.aplp.org.ar/index.php/e-textos-10/305-sobre-la-relacion-entre-la-mitologia-y-el-ritual.
Traducción. Daniela Ward)
(2)-Cadogan, León: Ayvu Rapytá-
Textos miticos de los mbya guaraní del Guayra-
Respuestas en la tupida selva simbólica Mby’a (*)
Por Osvaldo Gomez Lezcano(**)
En Karaí, los caminos del Nombre (2015) vemos reintroducidos los
antecedentes que configuran la búsqueda espiritual del propio guionista y
director, Enrique Acuña, en la conclusión de la trilogía iniciada con La Bruma Tatachiná (2009) y La Sombra de Jaguar Kuara y’ ä Chivi
(2012). Médico y psicoanalista él mismo, comparte con nosotros los sonidos de
las Ñe’ë porä tenondé (primeras
palabras hermosas) o mitos originarios, escuchadas respetuosamente entre sus
propios protagonistas.
Una política del deseo se
fragua en la aprehensión sobre la muerte de un ser querido que lo lleva a la
búsqueda espiritual de un agua vivificante, en la transparencia del verde
continuo de la selva misionera. Búsqueda de una respuesta al sin-sentido del dolor
y la muerte por las vías de un atravesamiento de la tupida selva simbólica
Mby’a.
El argumento narra los
testimonios de una cura chamánica por el tatachiná
(la bruma sanadora) y otros procedimientos terapéuticos ritualizados que
sostienen y confirman la creencias ancestrales de la comunidad: la enfermedad
no es solo física, sino psicológica y espiritual.
Tal como pensaba el gran
epistemólogo Paul Feyerabend, es hora de
superar la dicotomía o sospechosa superioridad de la medicina científica
actual: La ciencia cura, el chamanismo cura, en la finalidad se disuelve la
supuesta superioridad.
El director quiso
compartirnos de este modo la eficacia simbólica de la palabra en su prístina
verdad, el sentido que se esconde en el dolor y la enfermedad, solo revelada
por el sueño. La palabra plena emerge de la palabra vacía, errónea del nombre,
revelado por Ñande Ru Ete. En la
cultura Mby’a el cambio de nombre de una persona tiene el poder de mutar el mal
en bien. La cura de Karaí Mirï se presenta así como un alegato sobre el poder y
vitalidad de una cultura.
¿Cómo se reproduce una
cultura? ¿Cómo se forma un futuro chamán?
Un Opygua (literalmente “custodio del templo y del saber”) de los
dioses solo puede ser llamado y elegido cuando sobre él se pronuncia una Palabra-alma verdadera. Entre el mundo
natural y sobrenatural existen nexos profundos que el líder espiritual debe
conocer y manejar para trasladar a la comunidad el Agüije (Bendición).
El aprendiz debe ser atravesado por una palabra transformadora en el misterio de una nueva identidad que se le impone como designio y elección. Una vez curado, Karaí Mirï, quema ritualmente su casa, como símbolo de salida en busca de su nueva identidad de arandu ka’aty (hombre sabio) de los Mby’a.
El aprendiz debe ser atravesado por una palabra transformadora en el misterio de una nueva identidad que se le impone como designio y elección. Una vez curado, Karaí Mirï, quema ritualmente su casa, como símbolo de salida en busca de su nueva identidad de arandu ka’aty (hombre sabio) de los Mby’a.
Más allá de una necesidad vista
por la cultura yuru’a (blanca) en
salud, educación, producción, etc., los originarios de Misiones muestran en
acto, la riqueza simbólica de su presencia en la selva, dueña de mil recursos
propios, que vuelve superflua y complementarias la penetración occidental a
través de “proyectos” propiciados por terceros.
Este film y la vehemencia de su
argumento, muestran pues, una política en acto, una problemática resuelta en
sus propios términos y pautas culturales que en nada envidia a la ciencia médica
contemporánea.-
(**)-El
autor es Licenciado en Filosofia en Asuncion; Paraguay. Director de la
revista AL SESGO -Psicoanalisis-; y participó como expositor invitado en
la II Jornada de AAGUA, Posadas, marzo 2015.-
(*)-K A R A I -Los caminos del Nombre-
A
los que erraron el camino y no volvieron// A los que vuelven a pesar del errar//A
los que comienzan a caminar…
¿Cuál es tu verdadero nombre? Esta
pregunta recorre los caminos posibles de una salvación por la palabra. Es la
historia de Karaí Mirí, un creyente guaraní de la palabra-alma, la Ñe´é
Porá, que se asienta con el humo del
chamán como Nombre y Destino.
El Otro que el mismo sujeto
fue, llamado Verá Miri, viaja por las sendas perdidas. Alguien que
estuvo muerto y volvió a jugar en la vida después de una enfermedad espiritual
de múltiples causas: la maldición de una mujer, una “piedra” arrojada por los
Espíritus del Monte, un Nombre secreto que no se puede escuchar… Hasta que
arriba una revelación que
permite el
camino hacia la perfección: el Aguyje,
el nuevo saber.
Este documental nos enseña sobre de
una vida en la búsqueda de su verdad.
Para Karaí es la que pronuncia Ñande Ru, un Dios y un Padre que cura al
hablar, pero también es la que llega por un “sueño” que anuda el propio Deseo
con su Nombre sagrado.-
Guión y Dirección: Enrique Acuña
Testimonios: Lucio Villalba (Karaí
Miri); Ciriaco Villalba, Matias Sosa, Norberto Benitez, Victoria Almeida,
Laurindo Villalba, Cantalicio Benitez, Juvenil Sosa, Eliseo Sosa, Francisco
Benitez, Maria Gonzalez, Ñiño Cabrera, Agapito Castillo, Alejandro Benitez,
Julia Fernández.
Edición y Animación: Ariel Di Marco.
Traducciones: Lucio Villalba, Norberto
Benitez, Dionisio Benitez.
Tallas artesanales: Ramón
Morinigo.
Fotografía: Enrique Acuña; Ariel Di
Marco; Dionisio Benitez.
Música tradicional: Norberto Benitez
(violin, original) Julia Fernandez (Flauta, original), Silvia Benitez (Flauta,
original), Kuaray Benitez (guitarra, original), Coro de niños de Pindo Poty.
Locaciones. Aldeas Pindo Poty, Yryapy;
Jejy, Jejy-Miri, Itá Pirú, Mandarina, Colonia La Flor, Guyra Retá (Misiones,
Argentina).
Producción: Asociación de Amigos
Guaraníes –A.A.GUA.-
Duración: 80’.
Audio: Guaraní -Subtitulos: Español.
Formato: DVD- NTSC.
Filmado : 2013- 2015.-
Nombres de
la experiencia
y significantes propios
y significantes propios
Por Martín Gómez (*)
El
tercer documental de Enrique Acuña, Karaí: Los caminos del nombre, sigue la
serie de los significantes amos de la cultura Mbya-guaraní. En este caso, como
nos anticipa el título de la obra, Acuña nos ofrece la visión en perspectiva de
los caminos Mbya de la nominación.
Encontramos
en el documental construcciones alusivas que nos guiarán con sus
desplazamientos como si de un sueño se tratase. En el inicio pueden sorprender
los desplazamientos metonímicos que los significantes culturales condensan en
torno al Kochí; dichos
desplazamientos y condensaciones (humo, tatachiná,
bruma, cura, huesos(quemar), regreso, subsistencia) apuntan a la temática que
el autor -respetuoso en su quehacer-, nos invita a descubrir.
El
primer testimonio de identificación con la cultura retratada viene de la mano
del autor que comparte la afinidad de su experiencia con la cultura Mbya,
poniendo en serie esta pieza documental con aquella[1] que
retrata el caso de Julián.
Como
es el caso de los documentales anteriores[2] de
Enrique Acuña, los mismos suscitan interrogantes, no sólo respecto de la
cultura Mbya, sino además permiten poner en perspectiva los significantes de la
cultura del espectador. Esto aporta a la construcción de una mirada que se
coteja con la alteridad y que en el caso de Karaí
interroga en torno a las dinámicas de la nominación.
A
través de esta lógica, se validan los testimonios que dan cuenta del
tratamiento que los Mbya dan al Kochí,
y como esto encarna una estructura abierta que apunta a aquella otra estructura
que normaliza los avatares del nombre propio.
De
esos avatares nos habla en primera persona Karaí
Mirí, refiriendo los hechos aciagos que sentaron las bases de su enfermedad
espiritual. La norma de vida quebrantada, evidenciada por el malestar que borra
al sujeto (desmayo) y lo deja a la deriva en su propia cultura, deben buscar un
tratamiento que salde el devenir simbólico de aquel que no ha encontrado su
nombre trascendental.
Podríamos preguntarnos: ¿qué significado puede tener esa
nominalización errada y que suceso equivalente encontramos a nuestro lado de la
cultura? Si consideramos nuestra perspectiva cultural y las formas en las que
los nombres nos anteceden: ¿Existe la posibilidad de inscribir la experiencia y
tramitar en el nombre propio -que nos viene dado por la alteridad
sociocultural- un devenir que no nos aliene?
El
proceso de nominación da testimonio, a ambos lados de la cultura, de la
dinámica del significante. Por un lado las palabras
alma (ñe’e) reflejan el orden
simbólico y el bien decir es sinónimo de metáforas acertadas -mot juste-, a la vez que el mismo
proceso nos deja ver la contingencia y la arbitrariedad que pone en tensión el
determinismo trascendental que le está asociado. Frente a este panorama, lo
identitario puede no encontrar un sitio en ese espacio de pura significación de
una vacío.
Pero
Karaí nos dice más cosas a través de
sus sueños ya que en estos se condensa y se codifica un devenir que ya estaba
inscripto y que inaugura lo que el deseo tramó en el pasado. Descubrimos un eco
en la obra del autor.
En
su libro Resonancia y silencio[3],
más precisamente en el ensayo Alguien
habla: poética analítica o desierto de la ciencia, Acuña desanda el
recorrido de las identificaciones y relata la posibilidad de la reinscripción
del sujeto en el nombre propio. Es este hecho de reescritura el que posibilita
la construcción de una nueva perspectiva respecto de la propia experiencia de
vida. Para el caso del director tanto como para el de Karaí, este será el lugar de un encuentro
equívoco que al producirse precipitará efectos que podrán ser interpretados
a posteriori, en un futuro anterior
preñado de destino y rebosante de significaciones inminentes[4].
(*)-
Profesor de Francés e investigador en Lenguas. Miembro de la Asociación
Centro de Investigacion y Docencia ACID del Insituto Oscar Masotta
Corrientes-Chaco.-
[1] Nos referimos al documental La Bruma - Tatachiná-(2009) .
[2] El segundo documental de la serie es La Sombra del
Jaguar -Kuaray’a chiví- (2010-2012).
[3] Enrique Acuña (2009).
[4] Como opera Acuña en el ensayo citado, sugerimos
también la frase de Borges que alude al arte o a la poesía: “La inminencia de
una revelación que no se produce”. Esta intersección de afinidades se puede
sospechar como origen de la propuesta que Enrique Acuña nos convida. La
transposición diferencial de los mitos personales deja en evidencia el espacio
de intercambio estructural que resonará en cada uno y que el artista revela y
sidera procurando identificaciones infinitas para aquellos que interpreten su
mensaje.-